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sábado, 11 de octubre de 2014

ADELANTO DE LA DIOSA DORADA ¡¡LA FANTASÍA DE AURELIA!!



Fue una cena exquisita, aunque no me di cuenta de lo que me serví. Me embriagaba la dicha de estar de nuevo en compañía de Aurelia, que quiso mostrarse ante mí tan bella, segura y desenvuelta como antes, hablándome muy entusiasmada de sus preparativos para el viaje a España.

- Mañana voy a tener un día muy ocupado –me dice mientras come ávidamente, sin falsos recatos ante mí, sólo es ella misma cenando igual como hace todo en su vida, muy intensa y apasionadamente-. Tengo que arreglar unos asuntos en la mañana, y después voy a almorzar con Charlotte para ponernos de acuerdo y comprar los pasajes juntas. ¿Ya tienes tu pasaporte?

- Sí, ya lo tengo.

- Bien, entonces cuando vuelva del almuerzo vamos a ir a comprar tu ropa de código.

- ¿Qué es eso? –la miro intrigado y fascinado a la vez, preguntándome cómo alguien puede verse tan sensual con un blusón suelto de cuello alto y manga larga, ¿será por la forma tan naturalmente provocativa en que devora sus espárragos?

- Es algo que exigen en la reunión –me responde con la boca llena masticando los espárragos-, se supone que todos deben saber cuál es tu rol con sólo ver cómo vas vestido. Toda mi ropa grita a los cuatro vientos que soy una diosa así que no tendrán dudas conmigo, pero tú deberás ir vestido de forma que se note que eres mi esclavo. Por lo que vi en la red se usan los pantalones de cuero negro y camisas negras, o a torso desnudo con tirantes con pinchos y remaches, ¡pero nada de eso me gusta! Odio el color negro así que decidí llevarte vestido de árabe, con pantalón, pañuelo y uno de esos chalecos cortitos abiertos que deje ver tu estupendo pecho, ¡todo en color blanco! Te verás genial, ¡las demás amas me envidiarán! Seguro me pedirán que te ceda a ellas por unas horas…

Doy un respingo en la silla y la miro con el tenedor en el aire.

- ¿Y eso se puede hacer? –le pregunto preocupado.

- Por supuesto, es una práctica común en esas reuniones; ceder o intercambiar esclavos, ¡puede ser muy divertido! Te gustará probar un rato con las otras dóminas, vivir experiencias nuevas y excitantes con ellas que son mucho más expertas que yo y te enseñarán al fin lo que es una verdadera sesión…

Me cosquillea dolorosamente el estómago  y el corazón me salta muy fuerte al preguntarle:

- ¿Vas a cederme a otras mujeres?

Aurelia me mira con una sonrisa perversamente divertida.

- ¿Tú qué crees, Víctor? ¿Eso te gustaría?

- No, por supuesto que no –mi voz y todo en mi respuesta es bastante rotundo y Aurelia se larga a reír con ganas, salpicando un poco de ensalada que sale disparada de su boca.

- ¡Ay, si vieras la cara de afligido que pusiste! –se ríe de mí limpiándose con la servilleta y luego sus dorados ojos brillan fogosamente al afirmar-. Eres mío, Víctor, ¡y pobre de la ama que te ponga siquiera un ojo encima!

¡Uf!, respiro aliviado y sigo con mi cena.

- Gracias, yo no tengo ojos para nadie más que para ti, Aurelia. No necesito experimentar nada con ninguna otra ama.

- Serás el único esclavo con esa mentalidad, yo creo. Porque por lo que he investigado, a la mayoría le fascina la idea de probar con otras amas en esas reuniones. Mejor para ti, porque de todas formas no iba a permitirte semejante cosa. Aunque yo sí quiero probar con otros esclavos…

Sus ojos destellan con ese osado desenfado que no admite límites a sus deseos, y un escalofrío doloroso recorre mi cuerpo provocándome una sensación cercana al miedo.

- ¿Probarás con otros esclavos? –pronuncio casi sin aliento.

- Por supuesto, en esa reunión se dará perfecta la oportunidad; seguro llegarán algunos bellos perritos sin ama que se pondrán a disposición de las dóminas que quieran usarlos, o a veces también se hacen subastas de esclavos. Tengo una genial fantasía erótica con cuatro esclavos a la vez –me dice muy feliz en tono confidencial y por poco me ahogo con el agua que estaba bebiendo, toso carraspeando y Aurelia me tranquiliza deprisa-. ¡Hey, calma! No te preocupes, Víctor, a ti te tengo reservado un lugar de privilegio en mi fantasía… -me guiña un ojo con sensual picardía.

Le esbozo una sonrisa insegura… ¿Estará hablando en serio? ¡Alá, espero que eso de conseguir tres esclavos más para su fantasía sea una broma! Porque sólo de imaginar esa escena… ¡No, ni siquiera puedo imaginármela!  Siento que se me desgarra el alma y los celos me hacen arder la sangre… ¡No podría soportarlo! Aunque a Aurelia le importaría un comino mi opinión, diría que es libre de hacer lo que se le antoje y tendría razón. Pero si lo hiciese, el dolor y los celos despedazarían como jauría de hienas a  mi corazón enamorado…


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