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martes, 25 de noviembre de 2014

LA DIOSA DORADA, SÉPTIMO Y ÚLTIMO ADELANTO



- Perdón, mi señora, si me permite hablar… -musita tímidamente Penysum.
- ¡Habla!, antes de que empiece a hacerte gritar… -la autoriza mi temible ama.
- Gracias, mi señora. Quería decirle que su esclavo no me habló, fui yo quien le hablé primero y él apenas me respondió dos o tres palabras.
- ¿Es cierto eso, esclavo?
“Esclavo…” Hace tiempo que no me llamaba así, me siento incómodo como en los primeros días. Vaya… apenas empieza esta reunión y ya he conseguido molestarla bastante. Respiro hondo y admito:
- Sí, pero también fue mi culpa por responderle.
- Muy bien, entonces ya que admites tu culpa, invertiré los papeles: Si tú no quieres follártela, la soltaré a ella y te encadenaré a ti para ver cómo te folla con la boca… -me mira hacia abajo con una sonrisa perversa y se aproxima a Penysum para hablarle al oído, mientras me mira muy fijamente con una tórrida sonrisa-. ¿Te gustaría eso, perrita? Que te entregue a mi potro encadenado, para que disfrutes de su cuerpo, siguiendo mis instrucciones…
¡Oh, Aurelia, por favor! ¿En verdad podrías ser así de cruel conmigo? ¿En verdad atropellarías de esa forma mi voluntad, para entregarme a alguien más como si fuese un simple objeto?
- ¡Sí, por favor, mi señora, sí me gustaría mucho! –jadea Penysum muy excitada.
Aurelia disfruta al ver cómo se acelera nerviosamente mi respiración, lo veo en el destello malicioso de sus ojos... Me parece que el monstruo que habita en su interior ha tomado por completo el control, ya no es ella, me duele darme cuenta de eso porque sé que en este estado es capaz de cualquier cosa…
- Te ordenaré arrodillarte y follarlo con la boca, muy rápido y duro –continúa diciéndole Aurelia al oído a Penysum, pero fuerte para que yo pueda oírlo todo-, ¡rápido y duro hasta que se corra en tu garganta! Y enseguida quiero que tomes su pene y lo hagas follarte por el culo… ¿Te gustaría eso?
- ¡Sí, sí por favor, lo que mi señora ordene! –Penysum se humedece los labios con la lengua y hasta se retuerce de anticipado placer, con su imaginación muy bien estimulada por las palabras de Aurelia.
Bajo la mirada y considero saltar por la ventana antes de que me encadene, un segundo piso no es tan alto y creo recordar que hay césped allá abajo…


La Diosa Dorada
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sábado, 15 de noviembre de 2014

LA DIOSA DORADA, SEXTO ADELANTO.



- ¿Bailarás luego conmigo, hermosa? –se atraviesa en mi mirada Zeus. Ya lo había olvidado.
- Tal vez. ¿Viniste solo?
- No, todas las esclavas que visten de látex burdeo son mías.
Miro alrededor y veo que son bastantes; desde varios puntos del lugar tienen bien vigilado a su amo, no lo pierden de vista. Me parece que lo adoran con sus lánguidas miradas muy atentas a que les haga el mejor gesto para llamarlas a su lado.
- Entonces ya tienes con quien bailar –le digo con una sonrisa malignamente cortante.
- Prefiero bailar con una diosa –me replica con voz ardiente y ojos brillantes de deseo-, la bellísima diosa de la sensualidad… el sólo verte bailar y besar a ese perro tuyo me ha encendido a mil la sangre –sus últimas palabras chorrean envidia y pronunció ese “perro” con declarado odio.
- ¿Voyerista? –le clavo una mirada reprobatoria.
- No podéis culparme, en cuanto entrasteis a la pista de baile vuestra presencia ha destellado como una supernova, de esas que dejan ciegos, ¡atrapasteis todas las miradas, guapa! Y luego nos has embrujado con ese baile ¡cómo nos has encendido en llamas a todos, mujer! Decidme ya, ¿habéis pensado en mi proposición?
- ¿Cuál? ¿Esa ridiculez de que sea una más de tus perritas embobadas? –me largo a reír con todas mis ganas-. ¡Pero si ya te di mi más rotundo “no”! ¿En qué idioma lo quieres?
Zeus inspira muy hondo, imagino que está contando hasta diez y que tiene unas ganas mortales de darme una zurra como lo hace con sus sumisas, por atreverme a contrariar su dominante voluntad y más encima reírme de él en su cara. Sin embargo, se esfuerza en desplegar todo su encanto seductor conmigo, como un pavo real que agita su bello y colorido plumaje.
- Piénsalo de nuevo, por favor –me ruega haciendo un claro esfuerzo por ir en contra de su natural don de mando-, te juro que no te arrepentirás; te haré experimentar tanto placer que luego tu perro árabe te parecerá algo insignificante e insulso.
- Ya te lo dije, yo de sumisa no tengo ni un pelo, así que si quieres piénsalo tú, porque mañana tengo planeado comprar en la subasta a los tres mejores esclavos que ofrezcan, para realizar una fantasía que tengo…
- ¿En verdad? –se enciende como yesca el interés de Zeus, que se aproxima más a mí por sobre la mesa, y me mira muy fijo con ojos ávidos-. Venga, cuéntame de qué se trata esa fantasía.
Me echo atrás en mi silla para alejarme de él y veo que allá en la barra una tipa colorina vestida de ama, con un corpiño de cuero negro que le deja las tetas al aire apretadas hacia arriba, tiene a Víctor sujeto de un brazo. Al instante salto de la silla engrifada dejando a Zeus con la palabra en la boca y atravieso como un rayo la pista de baile, ¡fuera de mi camino, ama furiosa al ataque! 


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viernes, 7 de noviembre de 2014

LA DIOSA DORADA: QUINTO ADELANTO




Estoy a punto de acabar y mi boca se desquicia despiadada y voraz succionando desenfrenadamente su extensa dureza…
Víctor jadea a más no poder, su pecho está convertido en una verdadera montaña rusa que me lleva arriba y abajo a toda velocidad, mientras siento que su erección se engruesa al máximo dentro de mi boca, ¡es de acero y arde en llamas! Lo saco fuera justo a tiempo para la erupción volcánica, mientras que yo precipito una torrencial lluvia dorada que él ni siquiera intenta esquivar y recibe en pleno sobre su cara…
Mi cuerpo se estremece espasmódicamente al acabar, el suyo se arquea y tiembla a más no poder, acabamos juntos y es tan apoteósico que toda la cama se sacude violentamente… un fuerte ruido sordo me retumba en los oídos mezclado con nuestros jadeos y gritos…
¡Mierda, este hombre sí que me mueve el piso! Hasta la cama parece dar respingos y encabritarse con vida propia… El escalofriante ruido de piedras rodantes va en aumento y al fin me doy cuenta de que emerge desde las recónditas profundidades del planeta…
¡Es otro puto temblor! Las placas tectónicas acabaron su titánico encuentro junto con nosotros.
Me dejo caer junto a Víctor en la cama y ambos contemplamos jadeantes cómo la casa entera se sacude; las paredes crujen, las lámparas de cristal tintinean… se oye el ruido de cosas cayendo dentro del baño...
- ¡Hicimos temblar otra vez! –me sonríe bellamente Víctor, todavía con la respiración agitada.
- Parece que va para terremoto, está durando mucho… -le respondo mirando el desbocado balanceo de la lámpara sobre nosotros, pero antes de terminar la frase el fuerte sismo decrece hasta detenerse.
La lámpara del techo sigue balanceándose con el impulso.
- Ese fue grado seis, por lo menos –calcula Víctor-. Qué raro que no se cortara la luz, por lo general se corta automática sobre un grado cinco.
- Quizás no fue tanto como seis, pero sí a pocos kilómetros de profundidad, por lo fuerte que se oía el ruido subterráneo. Y el movimiento fue mixto, ¿te fijaste?
- Sí, fue horizontal y vertical, por eso tiró las cosas del baño.
- Espero que no se venga un terremoto justo mañana y  nos joda el viaje a España.
- No creo, a menos que se agrieten las pistas y por lo que recuerdo eso nunca ha pasado en el Aeropuerto de Santiago –me responde Víctor, tan optimista como siempre.
- Bueno –me pongo de pie de un salto, desnuda y plenamente feliz-, mejor me voy a dormir o mañana no me despierta ni un puto cataclismo.
Víctor me mira con un aire desolado, parece que quería seguir la fiesta, sonrío interiormente, ¡mi resistente potro árabe!
- Buenas noches, Aurelia, te… -se interrumpe de golpe cuando lo miro con brusquedad hacia atrás adivinando que pretende decirme aquella estupidez que ya sabe que odio oír, pero si era así alcanza justo a evitarlo-, te extrañaré cada segundo hasta mañana –concluye con los ojos todavía brillantes de deseo.
- No me extrañes, sólo duérmete de una vez, ¡nada de seguir recordando! Te quiero mañana a las siete en punto en el comedor, fresco como una lechuga y listo para irnos de viaje –le advierto desde la puerta, cerrándome el batín y salgo de su habitación.
Mientras giro el picaporte para cerrar, me llama la atención que la puerta del otro lado del corredor, la que sube hacia la piscina está abierta. Yo siempre la mantengo cerrada… ¿se abriría con el temblor?
Me acerco a cerrarla, está casi hasta atrás y al adentrarme en la oscuridad de la escalera para alcanzar el picaporte, ¡súbitamente algo me agarra de la muñeca y me jala hacia dentro...!

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domingo, 2 de noviembre de 2014

LA DIOSA DORADA: CUARTO ADELANTO.



Salgo de mi habitación a la casa que duerme más sumida en el silencio que de costumbre. Voy envuelta sólo en mi batín de satín blanco y entro a su dormitorio como siempre, atropelladora de intimidad sin tocar antes. Lo sorprendo saliendo de la ducha con una pequeña toalla a la cintura y lo miro interrogativa alzando las cejas, ¿qué haces duchándote a esta hora?
Víctor sonríe como sorprendido en un delito.
- Es que estaba recordando lo de esta tarde en la playa –me explica con esa sonrisa devastadora que hace brillar sus bellos ojos verdes-, y bueno, necesité una ducha fría.
- Así que recordando, ¿eh? –me acerco a él despacio-. ¿Y no estarías haciendo maldades con las manitos? ¿Debería ponerte la jaula?
- Juro inocencia –alza las manos con esa sensual sonrisa suya que me hace hervir las hormonas y más encima agrega con aquella grave voz tan masculina que no ayuda a serenarme-, por eso me di la ducha fría.
- Más te vale que así sea –llego muy cerca y le arrebato la toalla que cae al suelo descubriendo su exquisita desnudez.
Su cuerpo es una obra de arte tan perfecta que mis ojos giran como remolinos sin saber a dónde mirar entre tanta armoniosa musculatura, tanta deliciosa carne dura y fibrosa… se me seca la boca mientras la excitación me chisporrotea en las venas y sin pensarlo, impulsiva e imperiosa, doy un paso y atrapo con fuerza su miembro atrayéndolo de un jalón hacia mí. Su pecho desnudo choca con mis senos que a través de mi delgado batín de seda perciben la húmeda calidez de su piel recién salida de la ducha.
Víctor inspira hondo echando las manos a la espalda para contener a duras penas las ganas de tocarme, ¡ya ha aprendido a sujetar al vigoroso macho que desea tomar la iniciativa! Mi mano le propina un apretón más intenso y contiene el aliento; sus penetrantes ojos se clavan mortalmente sensuales en los míos mientras siento engrosarse su magnífico sexo, duro y caliente pero a la vez suave y esponjoso dentro de mi mano, se está alzando cual veloz puente levadizo… y en respuesta mis entrañas tocan tambores de guerra…
- Hum… -me fascina que te excites al simple contacto de mi mano  –le susurro sobre los labios que él entreabre al recibir mi aliento y percibo su vibrante ansiedad a la espera de mi contacto, así que aproximo aún más mi boca a la suya para seguir diciéndole-. Pero recuerda que no me gusta que nadie más toque mis pertenencias –deslizo mi mano a todo lo largo de su gruesa espada de acero para dejarle claro de qué hablo, ¡diablos ya está totalmente erecto! 
- No deseo que nadie más me toque –me responde con su viril voz tan profunda y vibrante que me retumba por allá abajo haciéndome cosquillear entre las piernas-. Soy todo tuyo, Aurelia, ¡en cuerpo y alma! –exclama aproximando sus labios a los míos sujetándose apenas para no tocarlos.
Sonrío ante su heroico esfuerzo, deseo como el diablo besarlo pero en vez de eso lo empujo hacia atrás tumbándolo sobre la cama.
- Quédate con tu alma, Víctor –le respondo fogosamente-, ¡sólo deseo tu cuerpo! –me abro de un tirón el batín que vuela lejos y salto eléctrica sobre él.
La cama aún rebota mientras me acomodo deprisa sobre sus muslos de acero y me inclino adelante apoyando las manos en sus brazos que quedan sujetos por mí, extendidos a lo largo de su cuerpo. Mis ojos se recrean en sus marcadísimas rocas abdominales…
- Muévete como en tu danza del vientre -le ordeno.
Y él lo hace con mi peso encima como si no le costara nada, sus duras calugas[1] son dunas con vida propia que ponen a arder mi sangre en un microsegundo, ¡mierda, este hombre me incendia por dentro como ningún otro antes! Hasta me despierta un salvaje instinto caníbal, ¡deseo devorarlo entero! Me giro sobre él y me siento con las piernas muy abiertas hacia los lados de manera que mi sexo queda en contacto directo con el exquisito movimiento de sus dunas danzantes… ¡Hum…! Su piel, la dureza de sus músculos frotando mi clítoris me provoca una palpitante ola de placer por todo el cuerpo… me deslizo como cera ardiente frotándome contra su cuerpo, ascendiendo muy lentamente por su pecho hasta que mi sexo llega a instalarse justo frente a su cara…

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[1] Paquete de músculos abdominales.